domingo, 26 de octubre de 2008


Sí, lo había hecho...no podía creer que fuera verdad pero esa imagen parpadeante en su retina no dejaba duda, lo había hecho.
Y ahora estaba allí, sentada. Se había duchado con rapidez, el pelo desgreñado intentando ocultar su bello rostro, tapó su tersa piel con la prenda más pulcra que encontró en el viejo armario: algo blanco.
Eran las ocho de la mañana, pero este país es extraño y ya anda despierto, pensó; así que compró un periódico y se sentó en aquel bar. Se escondió tras su corta y rubia melena, no sabía si estaba loca, pero sentía miradas que se clavaban en su nuca; incluso aquella anciana de su derecha parecía juzgarla con su mirada.
Abrió el diario por la página 25, sucesos. El nombre de ÉL impreso rebosaba grandeza, la aturdía. Él la había llevado a la locura, a la más pura y primitiva obsesión.
¡No!, la uña de su dedo índice estaba manchada de sangre, se llevo el dedo a la boca y se relamió de placer. Sí, lo había hecho...

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