El gigante Roldán y su amada

martes, 30 de diciembre de 2008


En tiempos remotos vivía en la sierra un gigante llamado Roldán. Era el dueño y señor de aquellos solitarios parajes que él recorría libremente. Se había construido una tosca cabaña para guarecerse cuando las inclemencias del tiempo así lo exigían. El poderoso Roldán era indiscutiblemente el rey del Puig Campana.

Pero, a pesar de todo, no era Roldán un ser alegre sino más bien parecía taciturno, casi triste. Vagaba errante y solitario en busca de algo que le faltaba a su vida, en busca de algo que le explicara su razón de ser. Un día, mientras caminaba hacia el mar para bañarse, se encontró con una jovencita tan bella como lo son todas las heroínas de leyendas.

Desde este instante ya no se separaron. Roldán la condujo a su cabaña que, su gran amor, sabría transformar en un refugio grato para ella. Los dos gozaban de una felicidad perfecta. Dormían bajo las estrellas y vivían con el canto de los pájaros.

La dicha les duró poco, puesto que un día se enteró de que una profecía dictaminaba que, cuando ese mismo día el último rayo de sol abandonara su cabaña, su amada moriría.

El coloso se irguió en toda su extraordinaria estatura y con fiero ademán amenazó al sol que, indiferente a su desesperación, caminaba hacia el ocaso con el mismo esplendor de siempre. Enloquecido, ciego de dolor, salió volando hacia la cumbre del “Puig Campana” tras cuya ladera iba ocultándose el astro del día. De un furioso puntapié arrancó un enorme pedazo que salió por los aires y fue a caer en el mar. De esta manera le regaló a su princesa unos minutos más de vida juntos.

Como testigo de esta historia de amor queda nuestra isla de Benidorm. Roldán siguió el camino hasta ella con su amada en brazos hasta morir ahogado en delirios de amor.

Carlomagno y Roldán

lunes, 29 de diciembre de 2008


En el afán expansionista de todos los imperialistas esta el de fagocitar todo el terreno inmediato al propio. Hasta que el bocado se vuelve muy grande. Y se atraganta.Al independizarse la Taifa de Zaragoza, Carlomagno se puso rumbo a ella y tras pasar por Roncesvalles llego al límite del reino zaragozano. Allí le dijeron que nones. Humillado retrocedió sobre sus pasos hasta llegar a la ciudad de Pamplona donde le dijeron que al igual que Zaragoza, ellos no querían pertenecer al basto imperio Carolingio. Doblemente humillado, el Emperador arraso la ciudad procediendo a su saqueo. Encontrándose en zona hostil puso rumbo al norte de los Pirineos saqueando todo lo que encontró a su paso. Roncesvalles es un embudo. El Emperador pasa con el grueso del ejercito por un camino en el que no se pueden cruzar dos carros. El paso es lento y el caballero Roldan, sobrino del Emperador queda a la custodia del botín junto con un abundante grupo de nobles y caballeros. Estos cierran la retaguardia. Los expoliados navarros y todos los sometidos por la fuerza con la colaboración de los nativos de la zona atacan con piedras, palos y armas cortas a los pesados caballeros. Roldan y su aguerrida tropa mueren a manos de pastores, campesinos y soldados que luchan en su tierra. Roldan es pasado a cuchillo, como él había hecho antes con los pamplonicas. Fin de la historia.En la Canción de Roldan, escrita algún que otro siglo después, son los musulmanes los que atacan, Roldan se defiende y herido de muerte, hace sonar su trompa de guerra, Olifante, mientras que con su espada Durandal despedaza las rocas en vano intento de evitar el tener que rendirla. Al no conseguirlo y con el último hilo de vida, lanza la espada que parte en dos la cresta ubicada al sur de Gavarnie, a viarios cientos de kilómetros. Por lo visto rebotó y cayó sobre el Puig Campana. De esta historia, el Tajo.

Puig Campana

miércoles, 24 de diciembre de 2008


Parece estampa sacada de los Alpes, de geografía de aire limpio y rocosas alturas. Nada más lejos. Esta montaña es la que culmina la ciudad de Benidorm, es la atalaya desde la cual se pueden observar todos los movimientos y agetreos de dicha ciudad.
Si centramos nuestra vista en ella nos percataremos de que un trozo de cielo se adentra en ella. De que su cumbre no es continua, presenta una muesca en el centro.
Hay varias leyendas que justifican el llamado "Tajo de Roldán". Unas de amor, otras de batallas...todas llenas de fantasía y mágia.
En la próxima entrada relataremos una de ellas. Mientras tanto, disfruten con este espléndido paisaje, con estas vistas de verde y azul.

Pequeña princesa

martes, 23 de diciembre de 2008



Todos los días a la misma hora iba a la academia. Después de estar dos horas haciendo puntas, lo más difícil, se iba al conservatorio y dedicaba el resto de la tarde a practicar, ensayar y bailar.
Todos los días eran así.
La historia comenzó cuando un día, cuando sólo tenía tres años, su madre la apuntó a la academia del barrio a dar clases de ballet. Pronto su profesora dijo que era la mejor bailarina de todas y que podía llegar muy alto. Su madre, muy emocionada, la apuntó al conservatorio y con sólo siete años debutó en el teatro con El lago de los cisnes. Después seguiría El Cascanueces y Tchaikovsky se convirtió en el mejor amigo de de su infancia. Vivía agarrada a una barra con las bailarinas rosas en una mano.
Todo en su vida era ballet.
Y apunto de salir al escenario del Gran Teatro Real de Madrid, sentía que le temblaban las piernas y que sería incapaz de bailar ni un sólo minuto. En el patio de butacas sus padres esperaban ansiosos y ella, con sólo doce años, primera bailarina del ballet, con un tutú rojo precioso se sentía una pequeña princesa.

lunes, 22 de diciembre de 2008


La Navidad de toda la vida comenzaba con las voces de los niños de San Idelfonso cantando el gordo todos los 22 de diciembre por la mañana. Cuando se fueron las pesetas y vinieron los euros, muchos dicen que los niños de pantalón corto y las niñas de falda y calcetines por la rodilla perdieron su encanto. Lo cierto es cada 22 de diciembre todos nos hemos despertado con esos cantos y esa alegría y felicidad de aquellos en los que ha recaído la suerte y lo celebran con sidra, cava o champagne.
Después, que llegaba la Navidad lo constatabas por otras cosas, cuando El Corte Inglés iluminaba sus centros comerciales o cuando repetían una y otra vez su anuncio por televisión. También las burbujas de Freixenet es otro símbolo de que las navidades se acercan y este año que mejor burbuja que las sirenas de natación sincronizada.
Cuando eres niño la Navidad se nota que llega cuando empiezas a ver anuncios de juguetes y piensas en lo que le vas a pedir a los Reyes. Esas son las mejores navidades, las de cuando eres un niño y tus padres te llevan a ver un Belén, las navidades cuando montas el árbol en casa, las navidades del turrón de Suchard, la ilusión y la ingenuidad de ser niño.
Esas navidades cuando crees que todo es posible, cuando aún conservas la inocencia y la Navidad tiene una magia especial, esas, sin duda, son las mejores.

un rayo de sol

domingo, 21 de diciembre de 2008


Aunque no sonaba el despertador, aunque nada le urgía en aquel nuevo día, ella despertó. Hasta el dormir le dolía, parecía que los muelles se le clavaban por todo su cuerpo hiriéndole el alma.
Abrió la ventana, pero nada cambió. El día yacía igual de oscuro que su vida desde hacía algunos días. El aire cargado de pena se podía cortar, se ahogaba al respirarlo.
Parecía que su piel había muerto, ya no había nada ni nadie que la acariciara. Nada que la hiciera estremecerse. Lo único que revivía su sentido táctil eran aquellas lágrimas, que no habían dejado de brotar de sus ojos y resbalar por sus mejillas. Gota a gota su alma se inundaba, iba siendo sepultada en toneladas de sal.
Un giro radical: de la felicidad a la tristeza, del amor a la soledad, del calor al frío, del blanco al negro, de sonrisas a llanto, del día a la noche.
Salió a la calle temiendo que esas cuatro paredes se le cayeran acabando por fin con ella.
Se sentó en el parque y observó lo único bello que vio a su alrededor: una rosa en flor en pleno invierno. Fue entonces cuando salió un rallo de sol que iluminó a la rosa y a ella misma. La brisa le susurró una melodía a su oído..."cuando brille el sol te recordaré si no estas aquí, cuando brille el sol olvidate de mi"...y la primera sonrisa tras meses de tristeza apareció en su rostro.

miércoles, 17 de diciembre de 2008



Era uno de esos atardeceres mágicos. Un atardecer que sólo se podía vivir en ese lugar, en ese momento. Desde ese barco lleno de turistas afanados, con sus cámaras digitales de última generación, a captar ese instante único, ese cruce de luces, esa tensión entre el paso del día a la noche. Ese momento en el que el sol se esconde lentamente en el horizonte dejando entrar tímidamente a la luna y a la oscuridad de la noche. Un instante imposible de captar en una fotografía con una cámara, un instante que quedará marcado para siempre en la cabeza, en la memoria de aquel viaje, de aquel verano, de aquellos días, de aquellas personas del barco, de aquel sueño.


Atardecer

Barco

Luces

Nubes

Rojo

Rascacielos

Sensaciones

Olvidos

Naranja

Limón

Recuerdos

Verano

Viajes

Pasión

Sueños


Toronto

Buenos días.

martes, 16 de diciembre de 2008



El sol me despertó. Loa haces de luz se colaban por mis párpados y dulcemente me trajeron de vuelta a la realidad.

Y la realidad fue mejor que los sueños. Allí estaba ella, tan hermosa y delicada. Su cabeza apoyada sobre mi hombro, su ondulado cabello esparcido sobre mi, acariciándome... Me acerqué y lo olí, jamás un olor había conseguido que todo mi cuerpo se estremeciera hasta ese momento.

Le besé la frente con miedo. Miedo a despertarla, miedo a romperla en mil pedazos y volver a la desdicha.
Su piel a penas se diferenciaba de las blancas sábanas. Su piel es pálida, pero no del pálido enfermedad, o del pálido sin vida. Su piel es pulcra, limpia...su piel me trae la paz.
Podría permanecer horas y horas mirándola mientras ella permanece sumida en un profundo sueño. Ella no es como las demás, sus defectos son tan perfectos que ya no podría vivir sin ella.
Por un sólo instante imagino los días grises en los que no la conocía. Los miles de despertares agrios deseando que se acabara el día que aún no había comenzado. El infierno de volver a despertar porque aquello significaba que aún estaba vivo.
Aunque ¿estaba vivo?, no lo creo...Hasta que no la conocí no supe que era vivir, ella me dio la vida y podría arrancármela en cualquier momento.
Este último pensamiento me inquietó, me turbo. ¿Y si esto ocurría?, ¿y si mi princesa me destronaba?, ¿y si tuviera que volver a la oscuridad de mi vida?
De repente noté como la paz volvía a mi, alguien la había vuelto a despertar y corrió desde mis pies como una leve caricia hasta alcanzar mi boca y dibujarme una sonrisa. Mi sentido auditivo se despertó:
-Buenos días- me susurró a la oreja.

Su poder...

lunes, 15 de diciembre de 2008


Con doce años ya se comenzaron a atisbar en su cuerpo formas que escapaban a lo normal. Con el paso de los meses, de los años, curvas infinitas y sinuosidades bellas y armónicas componían su nueva silueta a la que ella se iba acomodando.

Sus caderas se ensancharon más que la del resto de niñas. Su cintura parecía minúscula. Sus pechos se redondearon hasta practicamente alcanzar la perfección.

Su redondeada cara se perfiló, sus pómulos se marcaron y permanecieron siempre rosados. Sus oscuros ojos resaltaban más que nunca sobre su blanca piel. Lo mismo ocurría con sus tirabuzones que caín a cascadas sobre su tersa y pálida piel.
Tras todos estos cambios que se produjeron en su cuerpo ella adquirió un nuevo poder que jamás habría imaginado tener. Intimidaba al resto de mujeres. Aturdía a los hombres. No comprendía muy bien como algo que no había requerido ningún esfuerzo por su parte y que no tenía ningún mérito podía dotarle de tal poder.
Poco a poco aprendió a utilizar sus "virtudes" en su beneficio. Pero con el paso del tiempo, con el transcurso de los hechos comenzó a rechazar sus formas, sentía que anulaba el sentido auditivo y estimulaba el de la vista, nadie la escuchaba, sólo la observaban contonearse de un lado para otro.
Un día harta de este fenómeno que provocaba su cuerpo se hizo de tinta y aguja. Tatuó en su seno izquierdo, sobre su corazón, sus iniciales. Todo aquello era suyo, sólo suyo, no pertenecía a nadie más. Era su poder y lo utilizaría como y cuando quisiera.

París

jueves, 11 de diciembre de 2008



Cuando llegó la despedida ella lo miró despacio, sabiendo que iba a ser la última vez. Quiso observarlo detenidamente para poder recordar sus facciones cuando estuviera lejos y le tocó suavemente las mejillas, bajando los dedos hasta posarlos sobre sus labios. Era mejor así, que no pronunciara ninguna palabra que no dijera que había llegado el momento de separarse.
Él la miró dulcemente. Ella le sonrió levemente y le apartó los ojos de la vista.
Después de tanto tiempo juntos, después de tantas noches y tantas mañanas, después de las risas, los sueños, las caricias, los besos, las canciones y los abrazos, era la hora de separase, de emprender caminos diferentes, de alejarse de lo anterior y comenzar una nueva vida solos, separado el uno del otro.
Entonces sólo les quedarían los recuerdos. Ella siempre recordará el primer beso y él la primera vez que ella le sonrió. Ambos recordarán aquella canción con la que bailaron una vez en una antigua sala de baile. También se acordarán de los paseos por el parque cogidos de la mano, de las sonrisas confidentes, de aquella primera película que vieron juntos, de la primera vez entre ambos, de un libro que ella le prestó a él, de un regalo, de un dulce.
Es posible que después de esta despedida, después de que él se gire y avance definitivamente para no volver, es posible que entonces sólo les queden los recuerdos, pero también es posible que todavía les quede París.

miércoles, 10 de diciembre de 2008



Me miro al espejo y no me veo.
No veo ni mis ojos ni mis mejillas.
Tampoco veo mis cabellos y mis labios.
No veo mi rostro.
Sólo veo este tupido burka que me cubre de los pies a la cabeza, que no me permite contemplar lo que hay a mi alrededor, que no me deja ver el mundo.
Azul claro, uniforme, intenso.
Azul que lo cubre todo, azul como el cielo que no puedo ver.
Azul burka.
Respirando con dificultad, andando a pasos lentos, soñando con otra realidad, con otra vida, con ser la protagonista de una historia de libertad.
Soñar con no llevar burka.
Soñar con escapar de aquí.
Soñar con volar.
Soñar con vivir libre.
Soñar con la libertad.
Sin burka.

VIEJAS ZAPATILLAS

miércoles, 3 de diciembre de 2008


Era viernes. Pero para él como si hubiera sido un triste domingo o un cansado y fatigoso lunes. Nada le importaba, los días transcurrían idénticos uno tras otro.
En aquella ciudad no tenía amigos, familia…ni tan sólo un triste conocido o un socorrido compañero. Con propósito de labrarse una prometedora carrera, un brillante currículum se había mudado a aquella ciudad. Se había conformado con un pequeño estudio en uno de los barrios marginales, era todo lo que se podía pagar. Había conseguido un trabajo para poder comer y no verse obligado a alimentarse de sus libros tan solo.
Por las mañanas caminaba hasta aquella antigua fábrica, que probablemente llevaba en pie desde los comienzos de la revolución industrial. Nadie allí lo conocía, nadie allí le dirigía una mirada, nadie allí le ofrecía una sonrisa amigable. Trabajaba a destajo por cuatro duros, a la hora de comer fichaba, recogía sus pertenencias, montaba en la vieja Orbea que había conseguido y pedaleaba hasta la Sorbona. Allí le esperan horas y horas de escucha, de libros, de letras…le encantaba aquello pero a veces el cansancio podía con él y divagaba horas y horas, recordaba su vida en España, a sus padres, su hermano, a ella…de repente despertaba y se dirigía de nuevo a su cuchitril.
Esa noche no pudo cumplir su ya habitual rutina. Al salir de clase no encontró su bicicleta, atada a la farola sólo quedaba una triste rueda que no se tenía en pie por ella misma. No lo podía creer, nada más le podía pasar…Decidió dejar allí la rueda, quizá el lunes la encontrara como la había dejado antes de entrar a aquel edificio. Se rió al pensarlo.
Durante todo el camino fijo sus ojos en el suelo, su cabeza cabizbaja y su cartera de cuero que marcaba su ritmo al golpearle en la pierna. Prestó atención a sus zapatillas, habían hecho los mismos quilómetros que él y por ello estaban sucias y desgastadas…al igual que él. De repente y de manera instintiva, como si algo se apoderada de él, levantó la vista. Siempre le ocurría esto al pasar por la vieja estación a la que había llegado ya hacía 9 meses, al pasar la estación volvió a adquirir la posición de cabeza gacha y mirada perdida y de nuevo instintivamente levantó la cabeza.
Allí estaba ella, lloró al verla, la cogió en brazos y no hicieron falta palabras. La llevó a su casa, le quitó la ropa y la tumbó en la cama mientras él se quitaba sus viejas zapatillas y las lanzó por la ventana. Ya nada en el hablaría de cansancio y tristeza, volvían sus ganas de vivir.

Besos



Hacía tiempo que se conocían pero ella nunca lo había pensado. Él, de vez en cuando si que lo pensaba, pero enseguida le asaltaba un sentimiento de culpa terrible. A veces la espiaba cuando leía alguna obra clásica recostada en el chaise longe de la biblioteca o cuando en el desayuno se quedaba embobada mirando la taza de café. La conocía desde hacía tantos años que la había visto crecer poco a poco. Al principio no se había fijado en ella y la recordaba paseando en bicicleta por los jardines de la casa de verano o aprendiendo a nadar con un flotador en la piscina.
Sin embargo, un año todo cambió para siempre cuando la niña cambió su bici por una moto roja y se soltó las dos coletas para descubrir una larga melena dorada. Desde ese momento él se había sentido atraído por ella, por la niña pequeña de la casa, aún sabiendo que era un amor imposible.
A ella le caía bien, lo veía de vez en cuando por casa, recogiendo a su hermana o cenando. Sus padres lo adoraban y le recomendaban que cuando fuese mayor tuviera un novio como el de su hermana. Siempre educado, siempre simpático, sabiendo decir la palabra justa en el momento justo. Así era él. A ella en cambio le gustaba el riesgo y los chicos mayores, por eso él no quería que ella descubriera su secreto.
Un día de verano que hacía mucho calor se puso a llover con fuerza. “Una tormenta de verano”, sentenció su madre y ella salió al jardín a disfrutar de la sensación de la lluvia cayendo sobre su cuerpo.
Él salió detrás de ella sabiendo lo que iba a pasar, pero sin importarle nada más. Entonces, en un lugar del jardín algo apartado de la casa, se fundieron en un apasionado beso. Algunos, los que lo vieron, aseguraron que era un beso de película.

Un mar de peces

lunes, 1 de diciembre de 2008


Apenas llegaban a los 10 años pero ya tenían la obligación de sustentar a sus familias. Un día los despertaron de madrugada y les hicieron afilar sus lanzas.
Los hombres blancos estaban acabando con los árboles de la zona y como consecuencia los animales también huían del lugar. Ese era el motivo por el cual ahora ellos no podían cazar en los alrededores. Realizaban viajes de varios días buscando comida que llevar a sus casas, que llevarse a la boca.
Aún era de noche y con los ojos medio cerrados los tres niños de aquella tribu emprendían un largo camino de mano de los adultos. Tras varias horas caminando los niños comenzaron a despertar y apreciar lo que a su alrededor había. ¡Era asombroso! Todo era muy verde, había árboles enormes y veían animales correteando de un lado para otro sin cesar. ¿Qué era aquello? ¿A dónde habían llegado? Llevaban algún tiempo saliendo de caza y nunca habían visto algo similar.
Sus mayores se alegraron mucho y comenzaron a bailar, reír y cantar. De repente se encontraban en una fiesta y no sabían por qué. Siguieron caminando un rato más y de repente apareció ante ellos lo más impresionante que jamás habían visto sus jóvenes ojos. En un gran espejo se reflejaba toda la belleza de su alrededor, el sol destellaba sobre la superficie y reflejaba haces de luz de color…
-¿Qué es esto?- preguntó uno de los pupilos-.
-Agua- le contestó un adulto-.
No podía ser…él pensaba que el agua sólo surgía de los pozos ¿cómo podía ser que allí hubiera tanta?¿quién era el guardián de toda aquella agua? Se quedó estupefacto cuando todos comenzaron a meterse en ella, pero sin rechistar obedeció y él también entro.
De repente algo le rozó la pierna, sumergió su mano y agarró algo. No podía creer que el contenedor de toda aquella belleza, el origen de que allí hubiera vida y todo fuera verde y hermoso, albergara animales, comida en sus profundidades.
Hoy comería algo llamado pescado que había atrapado con sus manos.