Pequeña princesa

martes, 23 de diciembre de 2008



Todos los días a la misma hora iba a la academia. Después de estar dos horas haciendo puntas, lo más difícil, se iba al conservatorio y dedicaba el resto de la tarde a practicar, ensayar y bailar.
Todos los días eran así.
La historia comenzó cuando un día, cuando sólo tenía tres años, su madre la apuntó a la academia del barrio a dar clases de ballet. Pronto su profesora dijo que era la mejor bailarina de todas y que podía llegar muy alto. Su madre, muy emocionada, la apuntó al conservatorio y con sólo siete años debutó en el teatro con El lago de los cisnes. Después seguiría El Cascanueces y Tchaikovsky se convirtió en el mejor amigo de de su infancia. Vivía agarrada a una barra con las bailarinas rosas en una mano.
Todo en su vida era ballet.
Y apunto de salir al escenario del Gran Teatro Real de Madrid, sentía que le temblaban las piernas y que sería incapaz de bailar ni un sólo minuto. En el patio de butacas sus padres esperaban ansiosos y ella, con sólo doce años, primera bailarina del ballet, con un tutú rojo precioso se sentía una pequeña princesa.

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