Un mar de peces

lunes, 1 de diciembre de 2008


Apenas llegaban a los 10 años pero ya tenían la obligación de sustentar a sus familias. Un día los despertaron de madrugada y les hicieron afilar sus lanzas.
Los hombres blancos estaban acabando con los árboles de la zona y como consecuencia los animales también huían del lugar. Ese era el motivo por el cual ahora ellos no podían cazar en los alrededores. Realizaban viajes de varios días buscando comida que llevar a sus casas, que llevarse a la boca.
Aún era de noche y con los ojos medio cerrados los tres niños de aquella tribu emprendían un largo camino de mano de los adultos. Tras varias horas caminando los niños comenzaron a despertar y apreciar lo que a su alrededor había. ¡Era asombroso! Todo era muy verde, había árboles enormes y veían animales correteando de un lado para otro sin cesar. ¿Qué era aquello? ¿A dónde habían llegado? Llevaban algún tiempo saliendo de caza y nunca habían visto algo similar.
Sus mayores se alegraron mucho y comenzaron a bailar, reír y cantar. De repente se encontraban en una fiesta y no sabían por qué. Siguieron caminando un rato más y de repente apareció ante ellos lo más impresionante que jamás habían visto sus jóvenes ojos. En un gran espejo se reflejaba toda la belleza de su alrededor, el sol destellaba sobre la superficie y reflejaba haces de luz de color…
-¿Qué es esto?- preguntó uno de los pupilos-.
-Agua- le contestó un adulto-.
No podía ser…él pensaba que el agua sólo surgía de los pozos ¿cómo podía ser que allí hubiera tanta?¿quién era el guardián de toda aquella agua? Se quedó estupefacto cuando todos comenzaron a meterse en ella, pero sin rechistar obedeció y él también entro.
De repente algo le rozó la pierna, sumergió su mano y agarró algo. No podía creer que el contenedor de toda aquella belleza, el origen de que allí hubiera vida y todo fuera verde y hermoso, albergara animales, comida en sus profundidades.
Hoy comería algo llamado pescado que había atrapado con sus manos.

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